El clásico rosarino fue el mismo clásico rosarino de siempre: fricción, intensidad, pierna fuerte, discusión y poco fútbol. Aunque esta vez, no hubo tanta especulación y las jugadas de ataque abundaron.

Los 90 minutos fueron similares, con la diferencia que en el primer tiempo primó el orden y la fricción, y en el segundo el desorden y la intensidad, un poco por el cansancio y los cambios que revolucionan y refrescan, y otro poco porque el local se envalentonó en busca del empate. Y ante la necesidad, lo último que hay es ideas y paciencia.

Newell’s dominó el primer tiempo, no con el volumen de juego que pretende Larriera y que su equipo supo mostrar en los primeros partidos del torneo, pero sí manejando la pelota y el territorio. En ese escenario, la Lepra tuvo las opciones de gol, aunque ninguna de peligro real: dos remates de Juan Ignacio Ramírez, dos de Francisco González y otro de Brian Aguirre, todos defectuosos o contenidos por Broun.

Incluso, “Panchito” González adelantó a los rojinegros a los 17 minutos, capturando el rebote de un remate de Ramírez atajado por Broun, pero el tanto fue anulado correctamente por posición adelantada del futbolista de la Selección Argentina Sub 23. Por su lado, un tímido Central recién se acercó al arco rival sobre el final, con un cabezazo de Facundo Mallo.

Pero sería el aviso Canalla de que estaba en partido. Porque a los 12′, luego de que Cervera no pudiera culminar la primera buena jugada colectiva del equipo auriazul, Ignacio Malcorra recibió en el costado derecho del área y acomodó la pelota para, con su prodigiosa zurda, ponerla contra el palo. Hombre de clásicos: en el último derbi había anotado de tiro libre el único gol del triunfo de Central.